
La alimentación saludable no debe ser sinónimo de culpa ni rigidez. Cada vez más expertos promueven el enfoque del “equilibrio alimentario”: aprender a nutrirse sin caer en extremos ni modas restrictivas.
Más allá de las calorías, lo importante es la calidad de los alimentos, el nivel de procesamiento y la relación emocional con lo que comemos. Disfrutar de una comida sin culpas también es parte de una vida saludable.
Incluir vegetales variados, frutas frescas, grasas buenas y proteínas de calidad puede marcar una diferencia importante. Pero también lo es permitirte un gusto cuando lo necesitas, sin remordimientos.
La clave está en construir una relación más amable con la comida: menos castigo, más consciencia.