Desde pintar una pared hasta elegir tu ropa, los colores que te rodean impactan tu ánimo más de lo que crees.

La psicología del color ha sido estudiada desde hace décadas, pero hoy se ha vuelto más relevante que nunca. En un mundo visualmente saturado, el color no solo comunica, también condiciona nuestras emociones. El azul, por ejemplo, transmite calma y confianza; el rojo, energía y urgencia; el verde, equilibrio y renovación. No es casual que bancos usen azul, cadenas de comida rápida opten por rojo o las apps de meditación usen morados y verdes suaves.

En el hogar, los colores también influyen. Tonos cálidos en la cocina estimulan el apetito; los neutros y fríos en dormitorios favorecen el descanso. Incluso en la ropa que usamos, los colores pueden cambiar cómo nos sentimos y cómo nos perciben los demás. El negro impone autoridad, el amarillo irradia optimismo.